miércoles, 15 de diciembre de 2021

¿Es necesario mudar la capital de Argentina?

 

Momento fundacional:  Real Cédula que nombra Virrey a Pedro de Cevallos (Fuente: Archivo general de la Nación Argentina)
Momento fundacional:  Real Cédula que nombra Virrey a Pedro de Cevallos (Fuente: Archivo general de la Nación Argentina)

"He venido en crearos por mi virrey, gobernador y capitán general de las de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Charcas y de todos los corregimientos, pueblos y territorios a que se extiende la jurisdicción de aquella audiencia" (1)

Es un lugar común admitir que en "Argentina no existen Políticas de Estado", que cuando cambia un gobierno "deshace todo lo que hizo el anterior" y empieza de cero. Que esa supuesta imposibilidad de "ponerse de acuerdo en cuatro, cinco cosas básicas" es lo que impide que el país salga adelante. Sin embargo hay una política de estado que se ha mantenido vigente desde el 8 de agosto de 1776. Una política que se fijo en la época colonial y que, con breves excepciones, atravesó las guerras de independencia, guerras civiles, gobiernos conservadores, radicales, militares o peronistas hasta la actualidad. Me refiero, claro está a la decisión que estableció a la Ciudad de Buenos Aires como centro político del Virreinato del Río de la Plata primero y de la Argentina luego.

A diferencia de Brasil, tuvo tres capitales, o de los Estados Unidos, ¡Tuvo nueve! Aunque algunas por un periodo muy corto, con la breve excepción de Paraná (1852-1861) o la más breve aún de la entonces aldea (hoy barrio) de Belgrano (junio-octubre de 1880) desde la creación del Virreinato del Río de la Plata (citando la cédula de su creación abrimos este post) la ciudad de Buenos Aires ha sido el lugar desde el que se asentó la máxima autoridad política del momento y gobernó para toda la región. Ya sea el mencionado Virreinato, la Provincias Unidas o la República Argentina. Una política de estado vigente desde hace 245 años.

Han habido intentos de modificar este statu quo. Sin ir más lejos 37 años después de que los españoles crearan el Virreinato, en plena efervescencia revolucionaria, José Gervasio Artigas instruía a los diputados del "Pueblo Oriental" que iban a la Asamblea Constituyente de 1813 en que sea fuera de Buenos Aires donde resida el gobierno de las entonces Provincias Unidas. Lo cierto es que no se cumplió ese, y otros, deseo del jefe de los orientales y al menos en lo que a la residencia de gobierno se refiere todo se mantiene igual que hace más de 200 años. Si bien el territorio actual de Argentina no coincide plenamente con el de la época colonial. Al menos en extensión en su mayor parte, con las características de ser un estado federal, continua siendo gobernada desde Buenos Aires. Pero basta de recorridos históricos que no son el objetivo de este post.

Desde hace un tiempo diferentes sectores proponen la división de la Provincia de Buenos Aires ya sea en tres o en cinco provincias. Me parece valido el debate sin embargo creo que antes debemos hacernos la siguiente pregunta ¿Debe la Ciudad de Buenos Aires seguir siendo la ciudad donde se asientan las autoridades federales de Argentina? Después de todo antes de la nación estaban las provincias y antes de estas las ciudades. Si hay que empezar a cuestionarnos algo es esa verdad que es previa a la fundación de la nación Argentina. Que esta tan arraigada que ya es parte del sentido común, tanto que esta acuñada en la famosa frase que dice que "Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires".



A favor de la mudanza:  Hacia el sur, hacia el mar y hacia el frío

Existen muchas consideraciones a favor de mudar la capital de la nación fuera de la ciudad de Buenos Aires. Si tomamos en cuenta el Área Metropolitana de Buenos Aires (la famosa AMBA) en este lugar se concentra el 37% de la población. La mudanza de la Capital Federal colaboraría a desconcentrar la población. Según este estudio Cippec el sector público nacional cuenta con (si mis cuentas no me fallan) unos 290.000 funcionarios y funcionarias. ¿Cuántos de ellos y ellas trabajan en organizaciones del Estado nacional que se encuentran dentro de los límites de la General Paz? Hagamos un cálculo conservador y supongamos que son unas 100.000 personas, por poner un número. A eso habría que sumarle por una parte a sus familias que suponemos los acompañarían a su nuevo lugar de trabajo y por otro a todas las personas que irían a trabajar para satisfacer las necesidades de estos empleados y empleadas públicas.

Para darse una idea las ciudades de Canberra en Australia y Ottawa en Canadá (especie de países mito de lo que Argentina podría haber sido y no fue para algunos) tienen una población de 400.000 y 1.000.000 de habitantes respectivamente. Por lo tanto una nueva capital Argentina contaría con una cantidad importante de población.

Los defensores de la mudanza de la capital sostienen que esa descentralización, al menos de población y del poder político, ayudaría a potenciar el federalismo, generando un desarrollo más armónico de la nación y ayudaría al crecimiento de zonas postergadas del país. Par el expresidente Alfonsín había "que crecer hacia el sur, hacia el mar, hacia el frío".

También existen otras consideraciones como las de seguridad nacional. Una capital localizada en el interior del país por ejemplo sería mucho más difícil de atacar y de ocupar por una potencia extranjera. Este argumento fue central a la hora de mudar la capital de Brasil, de la costa del atlántico al interior del Planalto Central.




Juscelino Kubitschek - durante su mandato se construyo Brasilia (fuente wikimedia commons)
 Juscelino Kubitschek - durante su mandato se construyo Brasilia (fuente wikimedia commons)

En contra de la mudanza: un gasto innecesario

Si hay un ejemplo, ya no tan reciente, de una mudanza de capital, de un país federal del hemisferio sur es el de Brasilia. En los 5 años que duro su mandato se construyó una ciudad en medio, no literalmente, de la nada. Al inaugurar, contra todos los pronósticos, la ciudad durante su presidencia, esta inmediatamente se convirtió en su nave insignia de su campaña "50 años en 5", en las que justamente pretendía que el PBI de su país creciese en un quinquenio lo que tenía previsto para crecer en medio siglo.

La ciudad capital del Brasil apabulla por varios aspectos: fue levantada en el medio de la nada en un lugar que supuestamente fue soñado por Don Bosco, el plazo en que fue construida, sus dimensiones o por cómo fue planeada. Sin términos medios o es amada o es odiada por quien la visita. Ese avión que representa el Plano Piloto de la ciudad significo, especialmente durante la década del 60 del siglo pasado, para muchas personas en otros lugares del planeta justamente eso. Un país que gracias a su capital "despegaba" hacia el desarrollo. ¿Pero fue realmente así?

Ahora si hay algo por lo que realmente apabulla Brasília es por su costo. Según esta nota fue estimado en 83.000 millones de dólares en valores de 2019.  El gobierno brasileño de ese entonces tuvo que recurrir a la emisión para poder financiar semejante costo. Los críticos (un poco monetaristas tal vez) de la construcción de Brasilia dicen que esa emisión fue el inicio de la escalada inflacionaria que culminaría en la hiperinflación de fines de los 80 y principios de los 90.

Quienes sí se beneficiaron de la construcción de Brasilia fueron los militares que tomaron el poder 4 años después de inaugurada la ciudad. Alejados de cualquier otro centro urbano por miles de kilómetros los uniformados pudieron gobernar desde el palacio del Planalto (paradójicamente proyectado por un militante comunista) sin temor a molestos manifestantes por al menos 20 años. Un ciudad construida para ser capital también puede ser el lugar ideal para autócratas que rechazan la voluntad popular puedan refugiarse. En febrero de este año los birmanos aprendieron esto por las malas.

 

Conclusión: el estado del tránsito en la avenida Córdoba.

Si hay una cosa que volvió a poner de manifiesto la pandemia fue la desigual distribución poblacional. A medida que pasaban los meses del 2020 se hizo popular una sigla que, si bien no era desconocida, fue incorporada por la población en general. Me refiero claro esta al AMBA, ese continum poblacional que, según el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,  lo integran la Ciudad Autónoma y 40 municipios de la Provincia de Buenos Aires.

Otra, de las tantas cosas, que volvió a poner de manifiesto la pandemia fue la necesidad de una mayor coordinación entre las jurisdicciones que abarcan ese territorio, ya sea nación, provincia/ciudad y municipios. No solo en cuestiones de salud por supuesto, sino también en cuestiones como seguridad, medio ambiente, educación, transporte y tantas otras. Sin entrar del todo en el tema entiendo que una división de la provincia haría más difícil aún la coordinación entre las diferentes áreas de los gobiernos que tratan estos temas.

 ¿Y qué sucedería con una mudanza de la capital? como vimos en el ejemplo histórico de Brasilia construir una ciudad en el medio de la nada resultaría carísimo. Dejaría al país exhausto y con una cuenta que debería pagarse a lo largo de muchos años. Sin mencionar que probablemente los costos de la construcción acaben superando los originalmente presupuestados, convirtiendo a la nueva ciudad en un monumento a la corrupción.

Hay otra cuestión además que es la de la escala. Actividades que son económicas de desarrollar en el AMBA porque existe una gran cantidad de personas viviendo en territorio medianamente pequeño se tornarían caras tanto en la nueva ciudad tanto en un área metropolitana de población reducida. Pensemos por ejemplo en algún estudio médico para diagnosticar patologías muy específicas que se dan cada cierta cantidad de millones de personas ¿Sería viable de hacer si no vivieran entre 12 o 15 millones de personas en el mismo lugar?

¿Existen soluciones intermedias? La medida de las "Capitales Alternas" resulta una buena medida de al menos llevar cada cierto tiempo el gabinete nacional a alguna parte del país. Mudar algunos organismos del estado puede parecer interesante pero no deja de ser una medida espasmódica sino está atado a un plan cuales serían los organismos a ser mudados y a donde. Otra posibilidad sería la de mudar la capital a una ciudad ya existente, que cuente con una población establecida, con accesos y conectividad. Aunque eso no evitaría el gasto de construcción de los edificios sede del gobierno nacional.

Eso sin mencionar los problemas políticos. Una medida de esta naturaleza necesitaría un gran nivel de consenso para que se garantice que sea continuada y finalizada por los gobiernos que sigan al que puso la piedra fundacional. Algo que en estos tiempos, que si encima le sumamos la escasez de divisas, cuanto menos resulta utópico de pensar.

Las capitales de Canadá, Estados Unidos o Brasil, países federales de millones de kilómetros cuadrados como la Argentina, no acumulan una concentración de instituciones y empresas comparables a la Ciudad de Buenos de Buenos Aires. Concentración que llega al punto del absurdo cuando los medios de alcance nacional, basados en la Ciudad de Buenos Aires, hacen una noticia sobre un accidente en una esquina de la capital.

En un país que vive de urgencias permanentes hablar de una mudanza de la capital puede parecer de ciencia ficción. Sin embargo tal vez sea justamente esa utopía la que este necesitando la nación en este momento. Una utopía que no deja de al menos descentralizar el poder (político) y de ese modo comenzar a romper con una política de estado establecida en agosto de 1776.



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