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Bolsonaro trata de ponerse un tapabocas luego que diera Covid positivo.
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Hace más o menos un año, luego de la renuncia del Ministro de Justicia Sergio Moro, en este post describía un poco la situación del país y lo cerraba con que mientras se cavaban fosas comunes y los médicos decidían a quien le tocaba el respirador y a quien no, su establishment decidía la continuidad o no del Presidente.
Un año después la releo y le cambiaría una sola cosa a esa frase: Bolsonaro se queda. Me equivoque cuando escribí en marzo de 2020, momento álgido en el que ya estaba claro que el Presidente de Brasil iba a hacer todo lo posible para que el Covid-19 se propague en su país, que la dicotomía en ese momento era destitución vía juicio político o golpe. No les muestro el tweet porque una cosa es asumir los errores y otra ya directamente flagelarse.
Porque las fosas comunes continúan abiertas llenándose de cadáveres victimas de la pandemia y los médicos antes de decidir a quien le dan un respirador y a quien no precisan primero encontrar una cama en su unidad de terapia intensiva para sus pacientes. En 18 estados de Brasil la ocupación de las unidades de terapia intensiva llega al 80%, en 10 (entre ellos Santa Catarina y Paraná ambos estados limítrofes con Argentina) la ocupación llega al 90%.
Ahora ¿Cómo es que sigue ahí el capitán retirado ocupando el Palacio del Planalto a pesar de todo lo que paso en este último año? Se me ocurren tres razones:
1) La culpa es del otro.
Parecería que desde el principio Bolsonaro no hizo nada por contener la epidemia en su país sino que todo lo contrario hizo lo posible por propagarla. Veamos: minimizo el impacto del Covid-19 iba a tener en Brasil (es conocida su declaración sobre la gripecita), insistió a través de expresiones publicas o acciones ministeriales (a pesar de no haber sido probada) en recomendar el uso de Cloroquina como un tratamiento preventivo, fomento aglomeraciones, atacó las medidas de aislamiento social, el uso de tapabocas y no se mostró afectado cuando el numero de muertos comenzó a aumentar y a aumentar.
A pesar de todos estos antecedentes una encuesta, realizada en diciembre del año pasado cuando había una media de 600 muertos por día, arrojo que para un 52% de los entrevistados Bolsonaro no tenia responsabilidad alguna por las muertes de la pandemia. ¿Como puede ser?
En abril del año pasado, cuando estaba claro que el Gobierno Federal no iba a tomar ninguna medida de aislamiento social, la Corte Suprema de Brasil dictamino que además (ya van a ver porque esta en negrita) del Gobierno Federal, estados y municipios podían imponer medidas de aislamiento social en sus territorios. Esa medida, adoptada con el objetivo de autorizar a las unidades subnacionales tomar medidas contra la pandemia, le permitió a Bolsonaro transferir los costos económico-sociales de la cuarentena a los gobernadores e intendentes. El Capitán retirado se "olvido" del además de la decisión judicial y cuando la economía entro en recesión se limito a decir que estaba atado de manos y que los malos eran aquellos que no le dejaban abrir su economía.
Ese mensaje, sumado al todos vamos a morir en el sentido de que no queda más que aceptar lo que esta sucediendo como una especie de acto divino del que no se hace responsable, le permitió transferir en otros los costos del manejo de la pandemia.
2) Plata, plata y más plata
Además del acérrimo anticomunismo la generación de militares de la que proviene Bolsonaro se caracteriza por su nacionalismo económico. Llego a decir que el entonces Presidente Fernando Henrique Cardoso debía ser fusilado porque iba a privatizar una empresa estatal. Sin embargo, cuando comenzó su campaña presidencial abandono esos postulados y se abrazo al liberalismo más ortodoxo de la mano de su "superministro" de economía y "chicago boy" Paulo Guedes. Privatizaciones, reformas estructurales y desregulación estaban en el tope de la agenda hasta marzo del año pasado que comenzó a golpear la pandemia.
Ahí es cuando se puso en marcha uno de los programas de transferencia de ingresos más importantes, el "auxilio emergencial" una ayuda de 600 reales (unos 127 dólares hace un año) para todos aquellos que no tuvieran un ingreso fijo por causa de la pandemia. Pensada inicialmente con una duración de tres meses, luego al ver su impacto decidieron extenderla por tres meses más a la mitad de su valor. Para finales del año pasado, según el propio gobierno, se habían entregado el equivalente a 44.000 millones (si miles de millones) de dólares a casi 70 millones de brasileños. Algo así como el 4% del PBI brasileño se invirtió en esta ayuda.
La ayuda tuvo su impacto en los millones de brasileños y brasileñas sin un ingreso fijo, pero también en la evaluación del gobierno Bolsonaro. Para diciembre, cuando el Presidente anunciaba la "finalización" de la pandemia, un 37% de los brasileños evaluaba la gestión del Presidente como "muy buena o buena"
3) La "vieja-nueva" política.
A pesar de haber sido diputado por 28 años y de haber pasado por 8 partidos en la campaña presidencial Bolsonaro se presentó como el candidato antiestablishment, por encima de los partidos tradicionales y el toma y daca de la política, "mi partido es Brasil" decía en su campaña el capitán retirado en sus actos y piezas de campaña.
En abril del 2020 cuando su ministro estrella hoy caído en desgracia Sergio Moro se iba de su gobierno, cuando todos los domingos participaba de manifestaciones (con aglomeraciones) a favor de cerrar la Corte Suprema o el Congreso, parecía que Bolsonaro iba a refugiarse en su castillo y a resistir con su grupo de más fieles hasta el final. Sin embargo bajo el puente de su fortaleza y permitió que sus ex compañeros del centrão entraran a defenderlo, por un precio claro.
En resumen el centrão sería un grupo de partidos de "centro y centro-derecha" que están ahí dispuestos a defender el gobierno de turno a cambio de cargos, obras para sus distritos o apoyo para la sanción de determinados proyectos de ley. Usando la metáfora del castillo es el grupo de soldados a sueldo dispuestos a defender a un señor feudal a cambio de un pago.
Ese grupo ha estado presente en todos los gobiernos brasileños, dieron su apoyo al gobierno de Lula y al gobierno de Dilma. Luego fueron fundamentales para que Dilma fuera destituida y son la viga principal (junto con los militares) para sostener el gobierno de Bolsonaro. Son tan importantes que para la elección del presidente de la Cámara de Diputados y del Senado el Gobierno Federal prometió ministerios y enmiendas parlamentarias (participación en el presupuesto) por miles de millones de reales. La estrategia fue exitosa ya que el candidato del gobierno se impuso por un amplio margen. Por lo que los 68 pedidos de juicio político a Bolsonaro (el Presidente de la Cámara es el que les da entrada) van a seguir durmiendo en un cajón.
¿El edificio bolsonarista continuará en píe?
Echarle la culpa el otro, millones de reales en ayuda, pactar con la "vieja política". Esto sumado a una oposición desunida y una sociedad civil desmovilizada permitieron la supervivencia de Bolsonaro durante el 2020. A pesar de su rigidez ideológica el ex capitán ha demostrado ser lo suficientemente pragmático como para hacer cambios y pactos que le garanticen su supervivencia
Con casi 2000 muertos por día la estrategia bolsonarista de supervivencia se pone a prueba una vez más. Garantizado, por el momento, el apoyo legislativo todo parece indicar que el edificio bolsonarista resistirá una vez más. Ese sostén se mantendrá siempre y cuando la situación económica no empeore y no hayan manifestaciones contra el gobierno en las calles. Combinación letal que si se dio para las destituciones de Fernando Collor y Dilma Rousseff respectivamente. Bolsonaro se queda.
Al menos hasta las elecciones del 2022, la cuales viene cuestionando en forma sistemática. Luego de la invasión, por parte de manifestantes pro Trump, al Capitolio el 6 de enero Bolsonaro declaró que para las elecciones presidenciales en su país podia ocurrir lo mismo si se seguía usando el voto electronico, que se viene usando en eleciones presidenciales desde 2002. No podemos descartar un escenario en el que Bolsonaro rechace el resultado de las urnas y miles de sus simpatizantes armados (gracias a la flexibilización en el porte de armas y municiones que se viene dando en su gobierno) salgan a la calle a sembrar el caos. Teniendo en cuenta que 8 de los 22 ministros son militares y otros miles de uniformados se encuentran en el gobierno federal ¿Cúal sería el rol de las Fuerzas Armadas en ese caso?